miércoles, 27 de enero de 2016

Fútbol


   El cansancio no existe., es una mentira como otra cualquiera. 
Un padre de familia llega a su casa después de catorce horas de trabajo y se encuentra con el ascensor averiado. Ha subir ocho pisis caminando y piensa que no llegará nunca, pero el recuerdo acogedor del hogar y, sobre todo, la idea de tirarse plácidamente en el sofá son razones que le impulsan hasta la octava planta. Toca el timbre y, como había planeado, se acuesta. Viene un hijo y le quita los zapatos; después su mujer le lleva un vaso de agua. Está rendido. De pronto escucha: "¿Fuego, fuego!" Agarra a su mujer, agarra a su hijo, se los pone al hombro, y cuando se da cuenta ha bajado los ocho pisos corriendo.

Se lo oí contar una vez al doctor Oliva, médico de la selección argentina (Sueños de fútbol, Carmelo Martín).

lunes, 18 de enero de 2016

Íntimo y personal


Voy a contarles algo íntimo y personal abrigado por el anonimato. Tengo la constumbre de leerle a mis padres los artículos de Pérez-Reverte que creo que le van a gustar. Mi padre es un poeta retirado de las letras y dedicado a la agricultura y ya no leede modo que cuando quiero que lea algo pues se lo leo yo. Y en éstas andaba el otro día ante el artículo de Pérez-Reverte llamado "El mendigo del perro"; empecé a leer normalmente mientras mi padre y esta vez también mi madre escuchaban atentamente. Cuando abordé la tercera columna mi voz comenzó a temblarme al final de cada frase; luego se entrecortó a medida que iba acabando de leer. Entonces disimulé diciendo que iba al baño para así intentar recomponerme. Volví y quise terminar de leer pero no pude  me dio una llorera como nunca en mi vida, me abracé a mi madre y dejé el artículo en la frase: La del hombre que fue, supuse.
Y es que los poetas tenemos la sensibilidad a flor de piel.