https://youtu.be/T1xdhhWTAO8?si=_J04Uk4ssUxFhKa5
De no ser yo quisiera
ser yo Frank Capra,
un hombre en la extensión
de la palabra.
¡Qué bello es vivir!,
qué maravilla,
un canto a la esperanza
y a la vida.
Te dejo mi cadáver, reportero.
El día que me lleven a enterrar
fumarás a mi costa un buen veguero;
Te darás en «La Rumba» un buen yantar,
y después de cenar con mi fiambre,
adobado en retórica sutil,
humeando el puro, satisfecha el hambre,
me injuriarás tu dicharacho vil.
Y al dejar la colilla con el chato
a medio consumir, sobre el mantel,
dirás gustando del bicarbonato:
«¡Que no la diña ahora don Miguel!»
Para ti mi cadáver, reportero,
mis anécdotas, ¡todas para ti!
Le sacas a mi entierro más dinero
que en mi vida mortal yo nunca vi.
Caballeros, salud y buena suerte.
Da sus últimas luces mi candil.
Ha colgado la mano de la muerte
papeles en mi torre de marfil.
Le dejo al tabernero de la esquina,
para adornar su puerta, mi laurel.
Mis palmas, al balcón de una vecina,
y a una máscara loca, el oropel.
Baldassare Castiglione (1478-1529) que principia "Superbi colli, e voi sacre ruine". De hecho, la juntura "superbi colli" ("soberbias colinas") sirve de etiqueta al tópico literario que presenta unas ruinas cuya vista provoca en el poeta una reflexión sobre el paso demoledor del tiempo.
El corazón, como el fruto de la nuez,
seco y reflexivo, es un cerebro
ciego de tanto pensar en su guarida.
Sus únicos latidos son los sueños,
la fantasía de otro ser
que rompa desde fuera la coraza
y deje entrar el aire de la vida.
Leopoldo Alas Mínguez, siempre con nosotros.
Fifth Avenue
Me niego a hacer sonetos. Su estructura
-dos anchos ataúdes de cuartetos
y otros dos más delgados de tercetos-
los muestra adustos, serios de figura.
O semejan barrotes de una dura
prisión de endecasílabos sujetos
por rimas consonantes; obsoletos
modelos del rigor. ¿Poesía pura?
Mayormente son versos preparados
a medida del molde y presentados
con un burdo remedo de la música.
Abjuro de sonetos donde sobra
o falta espacio para expresar la obra
en su justa extensión, la exacta, la única.
José María Fonollosa
CUANDO TODOS DUERMEN
A la breve luz del tuétano
llega al final de la cueva,
no le dan miedo las sombras,
pero su cuerpo está alerta
por si alguno de la tribu
viniera tras de sus huellas.
Ha preparado el pigmento,
y lleva el bastón de hierbas.
Tras el segundo barranco
se desliza entre las piedras
y se coloca de espaldas
para empezar su tarea.
Ayer terminó un bisonte
y hoy le ronda en la cabeza
una figura distinta
que grabará con la piedra
y soplará con la caña
el polvo que la rellena.
Tras un tiempo de trabajo
piensa que fuera clarea
y es hora de regresar
para no ser descubierta.
Recoge sus instrumentos
y con la misma cautela
que salió vuelve al recinto
donde duermen sin sospecha
las gentes de su familia,
varones, niños y hembras.
Nadie sabe que esta noche
como tantas otras, ella
ha detenido la vida
en el techo de su cueva.
AMOR PURO
Soñé con un soneto deleitoso,
prodigio musical de lira arcana,
nacido, no sé cómo, en la fontana
de un río de agua viva caudaloso.
Soñaba y desperté. Fue luego ocioso
pretender recordarle en la mañana,
porque el brillo del sol tras la ventana
puso un cerco de luz al verso hermoso.
Mas algo trascendió, y algo muy puro:
un amor tan total y delicado
que trajo a mi interior dulce deshielo,
hizo arder lo recóndito y oscuro
y me vi desde dentro transformado.
Algo así pienso yo que será el Cielo.
De Sonetos Interiores, Luis García Arés, poeta.
He aquí, hoy por hoy, todo lo que ambiciono: ser un comparsa en la inmensa comedia de la Humanidad y, concluido mi papel de hacer bulto, meterme entre bastidores, sin que me silben ni me aplaudan, sin que nadie se aperciba siquiera de mi salida.
No obstante esta profunda indiferencia, se me resiste el pensar que podrían meterme preso en un ataúd formado con las cuatro tablas de un cajón de azúcar, en uno de los huecos de la estantería de una Sacramental para esperar allí la trompeta del Juicio, como empapelado, detrás de una lápida con una redondilla elogiando mis virtudes domésticas e indicando precisamente el día y la hora de mi nacimiento y de mi muerte.
Siempre Bécquer
CARTA I
E
n una ocasión me preguntaste: — ¿Qué es la poesía?
¿Te acuerdas? No sé a qué propósito había yo hablado algunos momentos antes de mi pasión por ella.
¿Qué es la poesía? me dijiste; y yo, que no soy muy fuerte en esto de las definiciones, te respondí titubeando: la poesía es... es... y sin concluir la frase buscaba inútilmente en mi memoria un término de comparación, que no acertaba a encontrar.
Tú habías adelantado un poco la cabeza para escuchar mejor mis palabras; los negros rizos de tus cabellos, esos cabellos que tan bien sabes dejar á su antojo, sombrear tu frente con un abandono tan artístico, pendían de tu sien y bajaban rozando tu mejilla hasta descansar en tu seno; en tus pupilas, húmedas y azules como el cielo de la noche, brillaba un punto de luz, y tus labios se entreabrían ligeramente al impulso de una respiración perfumada y suave.
Mis ojos, que, a efecto sin duda de la turbación que experimentaba, habían errado un instante sin fijarse en ningún sitio, se volvieron instintivamente hacia los tuyos, y exclamé al fin: ¡la poesía... la poesía eres tú!
¿Te acuerdas?
Yo aún tengo presente el gracioso ceño de curiosidad burlada, el acento mezclado de pasión y amargura con que me dijiste: ¿Crees que mi pregunta sólo es hija de una vana curiosidad de mujer?. Te equivocas. Yo deseo saber lo que es la poesía, porque deseo pensar lo que tú piensas, hablar de lo que tú hablas, sentir lo que tú sientes, penetrar, por último, en ese misterioso santuario en donde a veces se refugia tu alma, y cuyo dintel no puede traspasar la mía.
Cuando llegaba a este punto se interrumpió nuestro diálogo. Ya sabes por qué. Algunos días han trascurrido. Ni tú ni yo lo hemos vuelto a renovar, y sin embargo, por mi parte no he dejado de pensar en él. Tú sientes, sin duda, que la frase con que contesté a tu extraña interrogación equivalía a una evasiva galante.
¿Por qué no hablar con franqueza? En aquel momento di aquella definición porque la sentí, sin saber siquiera si decía un disparate.
Después lo he pensado mejor, y no dudo al repetirlo. La poesía eres tú. ¿Te sonríes? Tanto peor para los dos. Tu incredulidad nos va á costar, a ti el trabajo de leer un libro, y a mí el de componerlo.
¡Un libro! exclamas palideciendo y dejando escapar de tus manos esta carta. No te asustes. Tú lo sabes bien: un libro mío no puede ser muy largo. Erudito, sospecho que tampoco. Insulso, tal vez; mas para ti, escribiéndolo yo, presumo que no lo será, y para ti lo escribo.
Sobre la poesía no ha dicho nada casi ningún poeta; pero en cambio, hay bastante papel borrado por muchos que no lo son.
El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en una forma, la arroja en el estadio del saber y pasa. Los críticos se lanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan, y creen haberla comprendido, cuando han hecho su análisis.
La disección podrá revelar el mecanismo del cuerpo humano; pero los fenómenos del alma, el secreto de la vida, ¿cómo se estudian en un cadáver?
No obstante, sobre la poesía se han dado reglas, se han atestado infinidad de volúmenes, se enseña en las Universidades, se discute en los círculos literarios, y se explica en los Ateneos.
No te extrañes. Un sabio alemán ha tenido la humorada de reducir a notas y encerrar en las cinco líneas de una pauta el misterioso lenguaje de los ruiseñores. Yo, si he de decir la verdad, todavía ignoro qué es lo que voy a hacer; así es que no puedo anunciártelo anticipadamente.
Solo te diré, para tranquilizarte, que no te inundaré en ese diluvio de términos que pudiéramos llamar facultativos, ni te citaré autores que no conozco, ni sentencias en idiomas que ninguno de los dos entendemos.
Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada sé, nada he estudiado, he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré á decir si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.
Herejías históricas, filosóficas y literarias presiento que voy a decir muchas. No importa. Yo no pretendo enseñar a nadie, ni erigirme en autoridad, ni hacer que mi libro se declare de texto.
Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea más que por satisfacer un capricho tuyo; quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber que si nos equivocamos, nos equivocamos los dos, lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar.
La poesía eres tú, te he dicho, porque la poesía es el sentimiento, y el sentimiento es la mujer.
La poesía eres tú, porque esa vaga aspiración a lo bello que la caracteriza, y que es una facultad de la inteligencia en el hombre, en ti pudiera decirse que es un instinto.
La poesía eres tú, porque el sentimiento que en nosotros es un fenómeno accidental, y pasa como una ráfaga de aire, se halla tan íntimamente unido a tu organización especial, que constituye una parte de ti misma.
Últimamente, la poesía eres tú, porque tú eres el foco de donde parten sus rayos.
El genio verdadero tiene algunos atributos extraordinarios, que Balzac llama femeninos, y que efectivamente lo son.
En la escala de la inteligencia del poeta hay notas que pertenecen á la de la mujer, y éstas son las que expresan la ternura, la pasión y el sentimiento. Yo no sé por qué los poetas y las mujeres no se entienden mejor entre sí. Su manera de sentir tiene tantos puntos de contacto... Quizá por eso... Pero dejemos digresiones y volvamos al asunto.
Decíamos... ¡ah! sí, hablábamos de la poesía.
La poesía es en el hombre una cualidad puramente del espíritu; reside en su alma, vive con la vida incorpórea de la idea, y para revelarla necesita darle una forma. Por eso la escribe.
En la mujer, por el contrario, la poesía está como encarnada en su ser, su aspiración, sus presentimientos, sus pasiones y su destino son poesía: vive, respira, se mueve en una indefinible atmósfera de idealismo que se desprende de ella, como un fluido luminoso y magnético; es, en una palabra, el verbo poético hecho carne.
Sin embargo, a la mujer se la acusa vulgarmente de prosaismo. No es extraño: en la mujer es poesía casi todo lo que piensa; pero muy poco de lo que habla. La razón yo la adivino, y tú la sabes.
Quizá cuanto te he dicho lo habrás encontrado confuso y vago. Tampoco debe maravillarte.
La poesía es al saber de la humanidad lo que el amor a las otras pasiones.
El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cual más inexplicables; todo en él es ilógico; todo en él es vaguedad y absurdo.
La ambición, la envidia, la avaricia, todas las demás pasiones tienen su explicación y aún su objeto, menos la que fecundiza el sentimiento y lo alimenta.
Yo, sin embargo, la comprendo; la comprendo por medio de una revelación intensa, confusa e inexplicable.
Deja esta carta, cierra tus ojos al mundo exterior que te rodea, vuélvelos a tu alma, presta atención a los confusos rumores que se elevan de ella, y acaso lo comprenderás como yo.
Señor, si Tú has dada
tu sentençia contra mí,
por merçed te pido aquí
que me sea revocada.
Admirose un portugués
al ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho,
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».
Nicolás Fernández de Moratín
Busca y anhela el sosiego…
mas…, ¿quién le sosegará?
Con lo que sueña despierto,
dormido vuelve a soñar.
Que hoy como ayer, y mañana
cual hoy, en su eterno afán,
de hallar el bien que ambiciona
-cuando sólo encuentra el mal-,
siempre a soñar condenado,
nunca puede sosegar.
La soberbia apología que Juan Manuel de Prada hace del latín en su artículo "Una causa pérdida" me brinda la ocasión de recordar aquí una divertida anécdota que nos solía relatar A. Muñoz Alonso sobre el ministro del Movimiento, José Solís Ruiz, que, como sabemos, había nacido en Cabra de Santo Cristo (Córdoba).
Cuentan que en una reunión
el jovial José Solís
cuestionó a Muñoz Alonso
la utilidad del latín,
a lo que el gran profesor
siguiendo el mismo registro,
con sentido del humor,
respondió al señor ministro:
Desde las glosas silenses
se modula la palabra
para que seáis egabrenses
los que habéis nacido en Cabra.
Del latín sin la nobleza,
otro gallo os cantaría,
con un trofeo en la cabeza
gracias a la analogía.
Me gustaría provocar en los lectores la sonrisa imprescindible para seguir siendo pesimistas.
Iluminado Jiménez Pérez. Málaga.
(Sacado de una carta a la revista Xl semanal)
Si dimite Rubiales
y deja el cargo,
me corto yo el meñique
de cada mano.
UN DÍA DESPUÉS...
¡Pero hombre, por favor,
que sólo era un decir,
que preciso mis dedos
para escribir!
COMPARECE Y...
Dice que no presenta
su dimisión,
eso por hacer caso
de Pedrerol.
Es nuestra España
un caos, pero te ríes
a carcajadas.
https://youtu.be/cTRjlgHzJTI
Hoy que España ha ganado
el femenino Mundial,
alzo mis ojos al Cielo
para verte gambetear
https://youtu.be/ymrnENDEmWw
Siempre se dijo,
y ello es probado:
a burro lerdo
purísimo palo.
De los Episodios Nacionales, de Don Benito.
Para darte una sorpresa.
Teresa.
Por ser poeta que inspira.
Rubira.
Mereces que te valoren.
Loren.
Antes de que se evaporen
los versos, con gran cuidado
encuentra el ripio adecuado,
Teresa Rubira Loren.
https://youtu.be/DRtFLY3aIJQ
https://youtu.be/sYOwdVg0Xfc
https://youtu.be/E5vfKF4q79Y
"Advertid que los que habían de ser cabeças por su prudencia y saber, ésos andan por el suelo despreciados, olvidados y abatidos; al contrario, los que habían de ser pies por no saber las cosas ni entender las materias, gente incapaz, sin ciencia ni experiencia, ésos mandan".
Baltasar Gracián, 1651.
A XANELA (Marisa Pintos)
Abriste en mi interior una ventana,
un pequeño reducto personal,
un hueco donde combatir el mal,
una fuente de agua clara y sana.
Tu poesía es profunda y es cercana,
es para mí un faro, una señal,
un discurrir en forma natural
que muestra a una gran persona humana.
Tan sólo yo a tu blog he sido fiel
y así yo seguiré hasta el infinito
pues me haces soportar la vida cruel.
Xanela, hazme un rincón que necesito
que me leas los versos de tu mano
y me hagas el mundo más liviano.
Porque se parece mucho a Robin Williams. Era una profesora distinta, nos explicaba Literatura con entusiasmo, si hablaba de Dumas ella se ponía, cual espadachín, a enfrentarse con el aire en duelo, por ejemplo. Todos decíamos que estaba loca, pero ahora me doy cuenta de que sólo era pasión y amor por lo que enseñaba. A nadie puedes transmitir nada si no es apasionadamente. Jamás la olvidaré, porque me enseñó a caminar por las tortuosas rutas de la Literatura y de la vida.
https://youtu.be/o_fftz_-FEw
https://youtu.be/Kfj5tFmuYRE
“La verdad es como una manta
que siempre te deja los pies fríos,
la estiras, la extiendes
pero nunca es suficiente.
La sacudes, le das patadas
pero desde que llegamos llorando
a que nos vamos muriendo,
solo nos cubre la cara
mientras gemimos, lloramos y gritamos.”
Todd Anderson (Ethan Hawke)
De la película El club de los poetas muertos
Me llegó al móvil por casualidad un soneto de un autor desconocido para mí, y me encantó. Pongo muy pocos poemas míos en intenné pues luego al ser de todos ya se pierden y no puedes enviarlos a ningún sitio. Pero al ver que este autor era generoso quise serlo yo también. Resulta que el escritor es Jesús Cotta Lobato, y en su blog pude ver que tiene varios libros publicados, y me llamó la atención uno de ellos porque hace muchos años escuché una entrevista en la radio en la que un escritor hablaba de la relación entre Federico y José Antonio, ¡y era Jesús!, seguro.
Bueno, aquí os dejo los dos poemas. Por cierto, me dice mi blog que me leen desde China, ¿y esto cómo pué sé?
Soneto de Jesús Cotta Lobato:
https://youtu.be/5vbxDOKULPo
En respuesta:
Me ha encantado sin duda tu soneto,
pues la amarga calvicie no perdona,
y llega ella y te deja, la mamona,
la cabeza lisita por completo.
Pero tú no te arredres, sé coqueto,
pues la belleza está en cada persona,
y aunque suene muy tópico, razona,
que a la verdad no falto yo al respeto.
Me quedo con tu calva mucho antes
que con una melena descuidada
que conozca al champú muy de pasada.
Además en Turquía hacen implantes
que de nuevo le traen la primavera
a tu desforestada calavera.