https://youtu.be/2OUnuE8lATs
https://youtu.be/dAb_xYVNHOM
https://youtu.be/v52BzCXn2r4
https://youtu.be/MxhKeOseu0c
Juan de Timoneda, en su Sobremesa y alivio de caminantes (1563) cuenta:
Fue convidado un necio capitán a comer; y después de comido alabole el señor al capitán un pajecillo que traía, muy agudo y gran decidor de presto. Visto por el capitán dijo:"¿Ve vuestra merced estos rapaces cuán agudos son en la mocedad?, pues sepa que cuando grandes no hay mayores asnos en el mundo ". Respondió el pajecillo al capitán:" Más que agudo debía ser vuestra merced cuando muchacho ".
Siempre habrá nieve altanera
que vista al monte de armiño,
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.
León Felipe.
Por entre unas matas,
seguido de perros,
no diré corría,
volaba un conejo.
De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: «Tente
amigo, ¿qué es esto?».
«¿Qué ha de ser?», responde;
«sin aliento llego...;
dos pícaros galgos
me vienen siguiendo».
«Sí», replica el otro,
«por allí los veo,
pero no son galgos».
«¿Pues qué son?» «Podencos».
«¿Qué? ¿podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos;
bien vistos los tengo».
«Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso».
«Son galgos, te digo».
«Digo que podencos».
En esta disputa
llegando los perros,
pillan descuidados
a mis dos conejos.
Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.
Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
«¡Oh!», dijo el borrico,
«¡qué bien sé tocar!
¡y dirán que es mala
la música asnal!».
Sin reglas del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.
Tomás de Iriarte
https://es.vida-estilo.yahoo.com/robin-williams-incluia-clausula-contratos-empatia-no-tenia-limites-070232422.html
Roto, descalzo, dócil a la suerte,
cuerpo cenceño y ágil, tez morena,
a la espalda el morral, camina y llena
el certero fusil su mano fuerte.
Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte
vívida luz que el ánimo serena,
la limpia claridad de un alma buena
y el augusto reflejo de la muerte.
No hay a su duro pie risco vedado;
sueño no ha menester, treguas no quiere;
donde le llevan va; jamás cansado
ni el bien le asombra ni el desdén le hiere:
sumiso, valeroso, resignado
obedece, pelea, triunfa y muere.
Amós de Escalante
Recordemos el proverbio georgiano de que la oveja siempre temió al lobo, ese peligro indefinido que acechaba lejos del rebaño y del redil, pero fue finalmente el pastor, el buen pastor, quien la llevó al matadero a sacrificarla. Al final se reveló que el buen pastor era de alguna forma el mítico lobo lengedario, el matarife, el enemigo de los corderos que so pretexto de criarlos y cuidarlos, para lo que les inculca el miedo a la libertad a fin de que acepten el redil y el rebaño, acabará sacrificándolos.
"La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros".
Y aunque a nadie le sorprenderá escuchar esto sobre nuestra juventud, la cita corresponde a Sócrates. Es decir, hace 2.500 años que se dijo esto y seguimos en las mismas. La juventud de ahora no es la peor, es una etiqueta que nunca ha cambiado de dueño.