jueves, 2 de febrero de 2012

Hart Crane

CHAPLINESCA

Humildemente nos adaptamos
y contentamos con los consuelos azarosos
que deposita el viento
en los bolsillos desvencijados, demasiado amplios.

Porque aún podemos amar el mundo
cuando encontramos un gatito hambriento en nuestro umbral.
Y le buscamos cobijo contra la furia callejera,
cobijo en un cálido brazo doblado.

Nos apartaremos a un lado,
y en la mueca postrera
evitaremos la condena de ese pulgar inevitable
que dirige hacia nosotros su arrugada piel,
y haremos frente a la torva mirada,
¡con qué inocencia y con cuánta sorpresa!

Y, sim embargo, estas delicadas caídas
no son más falaces que las piruetas de un flexible bastón.
Realmente, no son nuestras exequias una consumación;
podemos eludirlas, huir de todo, menos del corazón.

¿Y qué vamos a hacerle si el corazón sigue viviendo?
El juego exige afectadas sonrisas.
Pero hemos visto la luna en calles solitarias
convirtiendo en cáliz un cubo de basura vacío.

Y entre todos los ruidos de alegría y de búsqueda,
hemos oído un gatito maullar en la soledad.

3 comentarios:

  1. Mientras haya quien se conmueva
    con el frío que soporta
    la soledad en la calle
    y sea capaz de ofrecer cálido abrazo
    no todo está perdido.

    Me ha gustado.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Me alegro de que a ti te guste. No me he hecho seguidor tuyo porque yo de informática no entiendo na, bueno ni de informática ni de na.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Y el corazón y los sentimientos, son lo más valioso que tenemos...

    Un beso :)

    ResponderEliminar