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Ya no respira Robe,
pero su aliento
lo sientes en el aire
en cada verso.
"Dejé de sentir nada hacia él". Una de las frases de inicio del libro ganador del premio planeta. Ya no hace falta decir más. Lo que quiere expresar el autor con esta expresión tan erudita, que bien la firmaría Licurgo o jorge javier vázquez, es que una persona deja de querer a otra pero si lees la frase dice todo lo contrario: dejé de sentir nada hacia él, es decir, que ahora sientes algo, sea amor o asco. Qué cómodo es leer un libro sin que tengas que levantarte a buscar una palabra al diccionario. ¡Que viva la curtura!
Que nadie vaya a llorar
el día que yo me muera,
es más hermoso cantar
aunque se cante con pena.
Y aunque a mí me maldigan
a mis espaldas,
de cada puñalaíta
saco mi rabia.
Nueva Zelanda se llama así porque tal fue el nombre que, muchos años después, le darían los marinos holandeses: por Zelanda, la región de las tierras del mar en los Países Bajos. Si el virrey del Perú hubiera autorizado la misión de Jufré, hoy quizá se llamaría Nueva Cartagena, por la ciudad natal de Juan Fernández. Éste era, en todo caso, el tipo de gente que daba aquella España del XVI; audaces e incansables, como el gallego Lamero, como el castellano Jufré, como el murciano Juan Fernández. De su nombre nos queda el archipiélago que Daniel Defoe escogió como escenario de su Robinson Crusoe.
Del libro, La cruzada del océano, de José Javier Esparza.
