No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
domingo, 7 de agosto de 2011
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Un bello soneto... Es extraño que no se sepa a ciencia cierta quien es el autor.
ResponderEliminarYo hubiera dicho que era Santa Teresa de Jesús...
Un beso.
Qué lista eres, sakkarilla, porque este poema se le atribuye a la gran Santa Teresa de Jesús, aunque no está confirmado. Si es que tengo unos seguidores de mucho nivel. Por cierto, no soy capaz de dejar comentarios en tu página, aunque vengo poco a internet, por eso no te molestes si no contesto en seguida.
ResponderEliminarSaludos.
Es un soneto muy bonito, como los que yo escribo, je ,je
ResponderEliminarComo me tomas el pelo... Sabes que yo no tengo mucho nivel...
ResponderEliminarEs que tengo cerrados los comentarios, porque me era imposible corresponder a las personas qeu me contestaban y me daba pena abusar.
Un beso muy grande.