Hartley se cayó y se hizo daño
lo recogí llorando y chillando
y salí corriendo con él.
La luna le llamó la atención
y dejó inmediatamente de llorar
¡y cuán bellamente brillaban bajo la luz de la luna sus ojos llenos de lágrimas!
Samuel Taylor Coleridge, sobre su hijo pequeño, 1798.
Saado del libro "Elogio de la pereza" de Tom Hodgkinson.
martes, 13 de octubre de 2009
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Qué bonita estampa...Las lágrimas bajo la lluvia...
ResponderEliminarOtro montón de besos más, te voy a desgastar.